La hipótesis Gaia es una teoría que desarrollaron James Lovelock y Lynn Margulis y que postula que la Tierra o al menos la biosfera es una entidad que tiene las mismas propiedades que un ser vivo. Ambos son muy polémicos dentro de la comunidad científica, también muy prolíficos y enciclopédicos. Los dos critican bastante los modos de la ciencia actual por su reduccionismo pero aun así tienen un prestigio muy grande en la comunidad de la ciencia y son muy buenos divulgadores.
James Lovelock, ingeniero químico, fue el primero en advertir de la interacción de los CFCs y la capa de ozono, gracias a un detector de gases que inventó capaz de detectar partes por millón pero se le conoce sobre todo por ser uno de los padres de la ecología moderna.
Lynn Margulis es un microbióloga que es conocida por su teoria SET, de endosimbiosis, demostró que las mitocondrias (respiración oxidante) y los cloroplastos (fotosintesis) eran antiguas celulas procariotas que entraron en simbiosis con otras células. Margulis considera que al igual que las celulas eucariotas (origen de protistas, animales, hongos y plantas) tienen su origen en la simbiogenesis, la mayoría de las adquisiciones de caracteres de los pluricelulares son producto de la incorporación simbiótica de, principalmente, bacterias de vida libre. Según ella “La vida «independiente» tiende a juntarse y a resurgir como un nuevo todo en un nivel superior y más amplio de organización”. Margulis se enfrenta con esta propuesta a la visión individualista ofrecida por el neodarwinismo.
Lo que aprendí...
La teoría Gaia surgió de la observación de Lovelock de que la composición atmoférica terrestre representa una estrepitosa violación de las reglas de la química. La atmosfera terrestre es muy reactiva e inestable. Los análisis muestran que tanto Venus como Marte tienen en su atmósfera cerca del 95% de dióxido de Carbono y muy poco de oxígeno y nitrógeno. Hace aproximadamente unos 3 mil millones de años, en los océanos, bacterias y algas fotosintéticas extraían el dióxido de carbono de la atmósfera liberando oxígeno. Gradualmente, a lo largo de los tiempos geológicos, el contenido de la atmósfera fue cambiando, de un dominio del dióxido de carbono al dominio de una mezcla de nitrógeno y oxígeno, capaz de soportar la vida orgánica sustentada en combustión aeróbica, tal como lo hacen los animales y el hombre. Este conjunto de observaciones le llevo a afirmar a Lovelock, cuando estuvo trabajando en la NASA, que la busqueda de vida en Marte era una perdida de tiempo al presentar una atmósfera tan inerte.
Se continuó analizando otros factores físicos, por ejemplo la temperatura media global ha permanecido entre límites bastante estrechos durante mil millones de años o más y se sabe que en este tiempo la radiación solar ha ido aumentando ininterrumpidamente. La energía que recibe la tierra ahora es un 30% superior que cuando surgió la vida en el planeta y aumenta de manera exponencial. Lovelock y Watson explicaron este fenómeno con un modelo de ecología que se llama DaisyWorld o mundo de las margaritas , y la conclusión más interesante de este modelo es que la complejidad, mayor numero de especies y de interrelaciones entre ellos, aumenta la estabilidad del medio donde viven estas especies. En esta web hay un programa interactivo en Java que simula el mundo de las margaritas.
Todavía más interesante era la paradójica cuestión de la cantidad de sal en el mar. La concentración actual de sal en los océanos del planeta es justo la adecuada para las plantas y animales marinos que viven en ellos. Cualquier aumento significativo resultaría desastroso. A la vida marina le cuesta un gran esfuerzo evitar que la sal se acumule en sus tejidos y les envenene.
Lovelock, Lynn Margulis y otros científicos definieron a Gaia como «una entidad compleja que afecta a la biósfera de la Tierra, de las ballenas a los virus y de los robles a las algas, la atmósfera, los océanos y el suelo, con la totalidad, constituyendo un feedback (retroalimentación) o sistema cibernético que busca un entorno físico y químico que sea óptimo para la vida en este planeta. El mantenimiento de condiciones relativamente constantes por medio del control activo puede describirse de modo conveniente con el término de homeostasis". La homeostasis es la propiedad de los seres vivos, los ecosistemas y la biósfera de mantener constantes ciertos procesos internos a pesar de variaciones externas. A este conjunto de ecosistemas intimamente relacionados se le llamó Gaia, por cierto que este nombre fue idea William Golding, el autor de "El señor de las moscas". Actualmente entre la comunidad científica se utiliza el término "Earth system sciences" en lugar de Gaia más místico y dado a equívocos.
El concepto de que la tierra no sólo posee vida, sino que está viva -que es un ser vivo-, puede ser analizado aplicando los mismos parámetros que Humberto Maturana, en su libro "El Arbol del Conocimiento" propone para definir un organismo autopoiético: él dice que los seres vivos se caracterizan porque -literalmente- se producen continuamente a sí mismos. A ese proceso de autoproducción, de autoorganización, le denominan organización autopoiética.
Lo que sentí...
Personalmente me resulta muy sugerente esta idea de que la Tierra está de alguna manera viva. Recuerdo un verano en Jávea, Alicante, en el que estuve leyendo "Las edades de Gaia" de Lovelock. En ese verano además aprendí a bucear con botella y vi con mis propios ojos la biodiversidad marina del Mediterráneo. En Jávea hay una reserva de la biosfera y buceando intuí como posidonia, moluscos, peces y tortugas bobas forman un todo integrado que a su vez es parte de algo mayor aún. Yo también. Mientras buceaba recordaba de la lectura como por ejemplo la salinidad del mar es muy similar a la que se encuentra en cualquier célula de tu cuerpo, en las lágrimas o en el suero de la sangre. Tumbado en una playa de cantos percibí el olor del mar de otra manera, lo que olemos es dimetil sulfuro, lo producen bacterias, algas y peces y es fundamental para la dinámica atmosférica ya que provoca la precipitación de las nubes. Si no fuese por el ciclo bioquímico de este derivado del azufre la Tierra sería un lugar mucho más frio porque cambiaría el albedo, se reflejaría más radiación solar.
Estirado encima de una roca con el Montgo al fondo, escuchando mi respiración, intuí que era parte de la piel de una enorme tortuga navegando por el espacio, de algo vivo muy longevo que late lentamente, un pulso cada primavera. Aprendí que formo parte de una fina capa fractal, la biosfera, que crece y se vuelve cada vez más compleja. Esta intuición no es nueva: Pachamama, Gea, Ishtar...en la historia de las religiones es común a todas las culturas el culto a la naturaleza y una represión posterior por parte de los monoteismos. Para mi fue una experiencia mística y desde entonces la ecología se ha convertido en algo así como mi "religión", un culto que no tiene dogmas de fé ni iconos macabros y que me incita a aprender, a leer, a escuchar, a mirar el mundo de una manera más holística y global. A oler la tierra fértil. A mirar la naturaleza con ojos humildes y asombrados. A intentar buscar relaciones más complejas y ricas con mi entorno y mis semejantes. A desconfiar de los dogmas, fes absurdas y moralismos preconcebidos del bien y el mal.
También percibí que hay una inteligencia antigua en los ojos de cualquier animal, que su forma y comportamiento es producto de millones de años de evolución. Pienso que la humanidad no tiene ningún derecho a comportarse como lo está haciendo con los seres vivos despreciando esa inteligencia ancestral. Una cosa es comer para alimentarse y otra muy diferente es arrasar con mares y montañas y provocar la sexta extinción masiva de la Tierra como estamos haciendo. Estoy convencido que las futuras generaciones hablarán de nosotros como los genocidas más industriosos de la historia...estamos acabando no ya con especies sino con arboles taxónomicos completos como el de los anfibios. El ritmo de extinción es mayor que el de descubrimiento de nuevas especies.
Nuestro planeta arde como la antigua biblioteca de Alejandría: empujamos a las generaciones futuras hacia el medievo de la biodiversidad. Cada verano veo menos peces y algas en Jávea. Mi tristeza es salada como el agua del mar.
viernes, febrero 24
jueves, febrero 23
Acertijos pa' Jorge
Hoy estoy contento porque me ha llegado un correo de mi hermano Nico con un acertijo que he adivinado enseguida...me ha subido la moral semejante tontería, ha sido fácil en parte porque en la universidad mi amigo Jorge Delgado y yo nos pasabamos el día contándonos acertijos, jugando al ajedrez, a una versión del scatergorys con lápiz, papel y calculadora y a toda clase de juegos de lógica. Quien tuvo retuvo, dice el refranero popular, así que aunque tenga un trabajo tan monótono y tan poca actividad lógica matemática ultimamente, haya fumado tanta maria y me haga viejo algo ha debido quedar por ahí. Espero, igual solo ha sonado la flauta. Así que hoy voy a escribir una lista de acertijos para entretener a quien pase por aquí.
El primero, el que me ha animado hoy:
¿Cuál es el próximo número en la siguiente secuencia?
2, 10, 12, 16, 17, 18, 19.....
El segundo uno que encontré en una blog, no consigo recordar el enlace, y me hizo mucha gracia:
Tenemos un triángulo rectángulo como el de la figura 1, que esta dividido en cuatro piezas. Las reordenamos como se ve en la figura 2, pero...nos aparece un agujero: ¿Cómo se explican este cambio de superficie?
El primero, el que me ha animado hoy:
¿Cuál es el próximo número en la siguiente secuencia?
2, 10, 12, 16, 17, 18, 19.....
El segundo uno que encontré en una blog, no consigo recordar el enlace, y me hizo mucha gracia:
Tenemos un triángulo rectángulo como el de la figura 1, que esta dividido en cuatro piezas. Las reordenamos como se ve en la figura 2, pero...nos aparece un agujero: ¿Cómo se explican este cambio de superficie?
fig1