jueves, septiembre 15

Dioses y Microrganismos


Para los que sentimos nuestra ánima, nuestra vida, el único dios que tenemos es el que habita en nuestro cuerpo, en las plantas que regamos y en el gato que damos de comer por las mañanas justo antes de encontrarnos con el duro asfalto.

Todo esta vivo, hasta las piedras; si las miras de cerca, ampliando la luz que refleja, te encuentras con un bosque salvaje de hongos, insectos y microorganismos. Los bichos habitan la piedra como los humanos la enorme roca esférica que gira alrededor de esa luz de la que somos reflejo y ser. Seguramente, solo existe la luz, ¡qué rápido reflejo y cascada somos los humanos también!.

El tiempo nos engaña al percibirlo con frágiles cerebros. Construimos extrañas teorias matemáticas para poder escribir, calcular y prevenir el futuro, con peor resultado que el oráculo de Delfos. Con cada cálculo construimos un nuevo engendro, una nueva máquina para intentar someter y controlar a la naturaleza, sus seres y por supuesto los humanos que la habitan. Acabamos destruyendo el futuro con nuestra ciencia, al menos en el oráculo de Delfos no necesitaban influir en el devenir para poder predecirlo.

Renegamos y tememos a la vida para enseñar a nuestros hijos a destruir el dios que habita en nuestro interior, practicamos una educación represiva para acallar el deseo y nuestros pequeños placeres diarios. ¡Somos tan absurdos los primates gregarios!, ¿cómo vamos a controlar la naturaleza si no somos capaces de gestionar nuestros impulsos más primitivos?

Llenamos nuestro cuerpo de demonios; miedos, mentiras y cintas de video, para acallar nuestra vida, nuestra curiosidad, nuestro deseo de devorar la existencia, de llenar nuestro ser de preciosos instantes.

Ser dios es una cuestión relativa, es una escala temporal: la tierra como roca nos puede parecer un dios si estuviese viva como dicen muchos científicos, dicen que desde hace 2000 millones de años. En cambio para una mosca que vive un solo día sin duda los humanos somos enormes dioses que gestionan la vida y la muerte de manera voraz.

Los "monoteismos" amenazan nuestra libertad como si fueramos corderos. Occidente (y oriente) está sumida en la peor de las confusiones.

Confundimos amor con egolatria, confundimos tecnología con poder para destruir, vivimos en el presente a gran velocidad, como si huyeramos del pasado para encontrar el futuro más rápido, por ejemplo con el coche, donde el futuro avanza a 100 millas por hora...¡cuantos jovenes sin pasado han encontrado el fin del futuro a esa velocidad!

El hombre más poderoso del mundo se enfrenta cada noche a sus tentaciones leyendo la biblia. Exorcisa su demonio para no vivir, para no tener una noche de hedonismo, sexo, alcohol y placer como cuando era joven y se escapaba de Vietnam. Niega sus sentidos y ordena la muerte de los dioses y demonios del Islam, sin saber quienes están habitados por el amor y cuales por el odio más cruel.

Hay tantos zombies en Fallujah, Nablus, Sebrenicka, Sabra, Libano y Grozni. Auténticos muertos en vida, que solo desean su muerte, el fin de su sufrimientos por la perdida de su vida, de todo aquello que amaban.

Occidente se cree comer el mundo y se olvida de las escalas temporales y de los flujos y reflujos de la naturaleza donde los hombres no son más que moscas libando en la roca: No destruimos la naturaleza, nos destruimos a nosotros. Destruimos nuestro dios interior en cada explotación laboral, en cada asesinato selectivo, en cada caso de violencia domestica.

Destruimos también a muchos otros dioses: al delfin que practica una sinfonía transoceánica con sus semejantes, a la selva de Indonesia donde habitan los orangutanes, auténticos dioses de la soledad arbórea. Aniquilamos el dios Árbol donde habita el dios Boa constrictor, el musgo dios y los tucamanes de pico divino.

Son dioses y no necesitan armas, ni oro, ni lavadoras, ¡Ni el rey Salomon en sus mejores momentos vestia tan bien como cualquier dios lirio del campo! . Mirad a los pájaros del campo, ellos solos viven en el enorme granero de la diosa roca, esa diosa que estamos llenando de duro asfalto a gran velocidad. Debajo del asfalto hay millones de dioses que saldran tarde o temprano, seguramente más tarde porque el tiempo avanza despacio en la roca.

1 comentario:

augusto dijo...
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