viernes, septiembre 30

Geometría nubosa

Poco a poco se va escapando el verano, llegan las nubes enormes, comienzan las lluvias torrenciales y hace más frio. Cúmulos y cumulonimbos.

Me podría quedar horas y horas observando estás nubes: no es el típico juego de imaginar el parecido de la nube con un raton, un conejo o una chistera. No, no es eso. Me gusta su forma tal y como es, con esa estructura algodonosa infinitamente retorcida sobre si misma. Si te olvidas del tiempo y entornas los ojos verás como se hinchan y desinflan en una explosión lenta de humedad.

Las nubes están en ese límite fino entre lo vivo y lo inanimado. Es un proceso demasiado complejo como para ser inerte. No es solo la infinita variedad de fenómenos meteorológicos: truenos, huracanes, tornados, cirros, cumulos, nimbos, lluvias torrenciales o niebla. Es más que eso, es el transporte de agua, la esencia de la vida, de un lugar a otro, del mar salado a la montaña de hielo. Es un proceso dinámico. Y luego está la infinidad de procesos que se retralimentan y estabilizan el clima. Las nubes reflejan parte de la radiación solar fuera de la tierra refrescandola.

Envidio a las aves porque pueden entrar y salir en las nubes como yo en la cocina de mi casa. Hace poco estuve en los pirineos y llegue a una sierra que tenia detrás una nube pegada en forma de niebla. Atravesar la nube me proporcionó una sensación maravillosa, del sol radiante a la niebla en un segundo. En las montañas las nubes se pegan a la roca y reptan como bichos con una danza regida por la temperatura, la presión, el viento y la humedad. También es divertido entrar en una nube cuando vas en avión; las primeras veces siempre te asustas con el cambio de presión que produce el aire cargado de humedad... cuando comprendes lo que pasa deseas entrar en la nube y sabes lo que le va a pasar a mi estómago. Siempre me produce la extraña sensación de entrar en un sitio especial. Cuando estás dentro decepciona la niebla que te impide ver ese mágico lugar.

Me conformo con mirar las nubes, con los ojos entornados y sentirme pájaro durante un buen rato.
Me quedo absorto con demasiadas cosas.
El universo de lo vivo y casi vivo tiene una geometría increible.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Las nubes en esta parte del mundo son tan raras de ver que siempre me fascinan.
La última vez que me he sentido irremediablemente atraída por ellas, también en un viaje en avión. Debajo de nosotros toda una extensión de blanquísimas nubes, densas, tan densas y tan blancas que por mucho que la razón me dijese lo contrario, yo no paraba de verlas como un maravilloso y mullido colchón sobre el que dejarme caer en una linda ensoñación.
Saludos!